No. No en lo que se refiere a la mayoría de ellos. A menos que continúen trabajando en otra institución, donde escribir y publicar artículos les posicione laboralmente o les reditúe económicamente; de lo contrario, como hace años me comentó un profesor investigador de Ohio State University, los investigadores retirados “rompen en lápiz”.
La razón está en que, cuando llevan una vida profesionalmente activa en la universidad o el centro de investigación, los investigadores escriben y publican montones de artículos y presentaciones con los resultados e ideas que surgen de sus estudios. Y así, mientras siguen investigando y produciendo información, por consecuencia continuarán difundiendo sus hallazgos. Luego, al dejar de investigar, que ocurre cuando se retiran o poco antes, suspenden la escritura.
Quienes dejan de escribir lo hacen porque consideran que esa actividad fue parte de su trabajo, una parte importante que les proporcionó determinados beneficios, pero que ya en el retiro no hay pretexto, mucho menos incentivos, para seguir haciéndolo.
Por lo general, el investigador no escribe porque tiene vocación por las letras (aunque hay quien en el camino la descubre), ni con la pasión de un escritor que vive por y para su obra (pero a menudo quien descubre esa vocación se apasiona por ella).
De los investigadores que he conocido, que fueron prolíficos escritores de artículos científicos y que alrededor de los sesenta años de edad se retiraron, ninguno continuó escribiendo. Uno de ellos se dedicó a jugar bolos y fue campeón en uno de los estados del noreste de los Estados Unidos. Otros dos se mudaron a sitios cálidos y se dedicaron de tiempo completo a jugar golf. Otro se puso a dar conferencias sobre lo que más le gustaba: la fotografía de la naturaleza. Uno más ayuda en la crianza y cuidado de sus nietos. Y otro buen amigo, el más original en su hobby, se dedicó de tiempo completo a seguir buscando piedras coloridas en el desierto, a pulirlas, y convertirlas en bonitas corbatas vaqueras.
¿Quién los puede culpar por hacer lo que les gusta? Nadie. Pero, eso sí, quizá hubieran disfrutado más de tiempo libre si nunca hubieran tenido que escribir papel alguno.
Los menos, aquellos profesores investigadores que siguen escribiendo después de jubilados, se dedican a explorar modos de escritura diferentes a las formas estandarizadas que practicaron durante su vida profesoral, y emprenden proyectos literarios en revistas comerciales, en páginas de periódicos, en blogs, o escriben sus libros, incluso algunos hacen poesía, todo ello sin esperar evaluaciones ni calificaciones de pares.
Uno de esos profesores retirados me comentó que alguien del antiguo departamento de su universidad le preguntó cuál era la razón por la que él seguía escribiendo, y que él le respondió, ¿y por qué dejar de hacerlo?
Victoriano Garza-Almanza
Frontera México-Estados Unidos
Julio 7, 2017