Era noche de Halloween, noche de brujas.
Los más osados dicen que sale el demonio,
los incrédulos dicen que las dibujas,
que un disfraz, y el terror forma un matrimonio.
Algunos valientes dicen noche de miedo,
otros temerosos mencionan la oscuridad,
en ocasiones asustar es todo un credo.
O buscar una tumba para socavad.
Esa noche fugaz, trémula lo conocí.
Su mirada gris intensa me congeló.
Disfrazado de brujo, o eso yo creí,
hasta su andar sigiloso mi sangre heló.
Se acercó muy presto a mí en medio de la fiesta,
me ofreció una copa singular de aquel néctar,
de cristal fino, con incandescencia expuesta.
Que mi mano temblorosa logró tomar.
Me invitó a bailar, me dijo soy un fantasma,
le dije yo la muerte siempre enmascarada,
sonrió al decirme: a mí morir me entusiasma,
su mano fría y yerta me dejó pasmada.
Te invito a venir conmigo dijo a mi oído,
donde yo habito es un túnel vacío, oscuro,
allí tendrás un lugar que habita el olvido,
habrá vivos buscando muerte te lo aseguro.
No eres real, eres una extraña criatura,
le pregunté mientras creía que bailaba,
si lo soy, confieso, pero para tu ventura
esta noche de brujas me descuidaba.
Quede atrapada en aquella extraña agonía,
de no saber si aquel galán fue verdadero,
o un apuesto muerto con el que pecaría,
haciendo el amor sin par en el vertedero.
Era noche de Halloween, se vale todo,
disfrazarse, enamorarse o mal creer,
que los fantasmas no salen de ningún modo,
que los muertos vivientes vuelven a nacer.
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