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Al conocer del suceso por medio de algunos vecinos quienes extrañados y aturdidos por el fétido olor que invadía sus espacios, la policía local se entera de un hecho que los movería a investigar y descifrar el nuevo acertijo. Cinco muertos y un testigo casi nulo ¿Por dónde comenzar?
Marta, recuerdo era el nombre de la sobreviviente, una mujer tímida, de aspecto insignificante, sin brillo en su rostros, ni en sus cabellos, ni en sus manos. Una mujer de poca información, de poco hablar, de poco sentir.
Fue duro para mí comenzar con esta exploración, me tomaron en realidad seis años de mi vida para descubrir el enigma, pero lo hice, algo muy dentro me gritaba, debes continuar.
Para adentrarme en la investigación decidí acercarme a Marta la única sobreviviente. Entres palabras sin sentido, lagunas temporales, desvaríos y acciones agresivas que de pronto la invadían, logré atar los cabos.
Marta había sido violada, vejada y maltratada toda su vida, todos sus 25 años. Vivía en un mundo completamente obscuro, sus peores enemigos había sido la propia sociedad quien de manera continua arremetía una y otra vez contra la indefensa mujer. Quedó huérfana a los cinco años, no hubo un familiar que le brindara abrigo, la calle fue su mejor aliada pero también su peor enemiga.
Danzando de un lado a otro a los quince años Marta aún no padecía los embates más duros que le tocaría vivir. A los quince años tuvo a su primer hijo concebido bajo un sentimiento puro y en el cual ella había depositado su máxima confianza, lo entregó todo y llegó a pensar que desde ese momento su vida cambiaría pero no, no fue así.
Marta a sus quince años y con un bebe en brazos fue expuesta a duras pruebas en la vida, el hombre a quien creía sincero, era un asqueroso bandido, aprovechador de mujeres indefensas, asesino de todo honor y toda honra, aprovechó su inocencia para lucrarse de ella y lo más triste, no hubo en la vida de Marta alguien que le tendiera la mano, con lo que sí contaba era con muchos corazones vacíos en ese lugar donde habitaba.
Ese primer hijo nació y creció, era un niño con un don especial, parecía ser el más puro de sus cuatro hermanos, honesto, con grandes ilusiones, visionario… sabía que con él, el mundo sería distinto, también sabía que su madre al entender el por qué de su existencia, transformaría su vida. Pero Marta no le dio tregua, no le permitió al niño mostrar sus enseñanzas, no la quería, no le importaba, no le interesaba así pues, lo dejó a un lado.
Al comenzar a revelar el misterio descubrí que el primer hijo de Marta con tan solo diez años de edad fue también la primera víctima. ¿Quién lo mató? ¡Por qué diablos lo asesinó!
No podía dejar de investigar, los días y las noches pasaban y yo, frente al computador, un escritorio lleno de información, periódicos locales y expedientes con perfiles psicópatas no me dejaban dormir. En mi mente no había tan siquiera un pequeño espacio que justificara tan horripilantes crímenes, por eso yo, debía continuar.
Otra pista importante hace correr la cortina, la segunda víctima fue su segunda hija, de padre desconocido, nacida producto de del desconsuelo en la vida de aquella mujer. Continuar brindando vida a esta niña era darle continuidad al dolor y al sufrimiento. Era esta pequeña indefensa una especie de síntoma estimulo de depresiones, de abatimiento, de desesperanzas profunda. Dado el hallazgo lo entendí, supe quién había sido la homicida, mi cuerpo quedó paralizado, escalofríos recorrieron mi cuerpo pero lo hice, ¡lo descubrí! supe que había sido Marta, ¡la propia madre, era la asesina!
Ya me era fácil entender el orden de cómo habían sido los asesinatos, venían de mayor a menor lo que aún no lograba entender del todo era el por qué.
Al interrogar nuevamente a Marta ya ella no coordinaba, parecía una muñeca de trapos, sin alma, sin mente, ni cuerpo. Entre códigos y discursos vagos y torpes me habla de la tercera hija, la que con menos motivos debía vivir por ser la causante de enfrentamientos y desafíos, aquel nacimiento era consecuencia de una naturaleza humana y profunda difícil de entender, esa niña, para Marta simplemente no debía existir, al extender la vida de la pequeña, la sociedad podía generar acciones favorecedoras para Marta y a ella no le importaba... demasiado tarde, lo más oportuno era dejarla sin existencia.
Al seguir insistiendo con las averiguaciones Marta ¡Salta sobre mi! En un descuido y un momento de lucidez me ataca sin compasión, grita que la deje en paz, no quiere saber más de mí, me toma por el cuello y aprieta con fuerza mi garganta hasta verme correr sangre por mis mejillas, mi rostro ya casi negro no recibía un poco de aire, sentía el desvanecimiento y dejaba de latir mi corazón. No sé de dónde salieron las fuerzas para quitarme de encima a la mujer atrapada bajo los efectos físicos de la ira con aumento del ritmo cardíaco y altos niveles de adrenalina. La aparté con fuerzas, la tiré a un lado y corrí hasta la puerta para salir pronto de ese lugar.
¡Así era ella gritaba la mujer!, ¡así aparecía en mí y por eso debía morir!,
Pasado el tiempo y de vuelta la calma recibo una llamada telefónica del psiquiátrico. Marta se encontraba en un estado de sortilegio donde no hacía más que reír. Rápidamente me baño y me visto para salir a su encuentro para observar el fenómeno.
JA, JA, JA, JA se escuchaban las carcajadas de Marta en el recinto, JA, JA, JA, JA ¡Ella también debía morir! Gritaba sin dejar de hacer oír sus escalofriantes carcajadas JA, JA, JA, JA, ¡era la más infernal de todas! Seguía y seguía la poseída pero, ¿de quién hablaba? ¡Claro era de ella, su cuarta hija!
Acércate gritaba la desquiciada mujer, acércate y escucha… esa otra niña no tenía cabida en mi vida, JA,JA,JA,JA no era de este mundo, no existía, era un espejismo inmerecido en la vida humana, solo una farsa, un teatro, un disfraz de rostro infiel y repugnante JA,JA,JA,JA.
¿De qué habla esta mujer? ¿A qué se refiere? Pareciera estar dando información. Necesitaba seguir escuchando porque no solo hablaba de su cuarta hija asesinada también del último, un varoncito.
Uno me venció, solo uno de ellos pudo conmigo y aquí me tiene ¡ENTRE CUATRO PAREDES! continuaba berreando la mujer combinando dos extremos opuestos a veces muy eufórica y otras en señal de subordinación.
Confieso ya estar aterrada, me hablaba de mis cinco hijos y sentía algo extraño en mi cuerpo, algo de su chillona voz trataba de acorralarme, mientras más alarido mayor era el arrastre. No solo ella estaba poseída, también yo lo estaba y no sabía cómo desprenderme de esa especie de hierro magnético que me atraía y paralizaba. ¡Dios dame fuerzas! Gritaba para mis adentro, ¡dame fuerzas para terminar de entender el mensaje de esta mujer sin ser su próxima víctima! ¡Dios, ayúdame! Eran mis suplicas.
Por fin, un desprendimiento de la agotada mujer liberó su alma. Marta, luego del hechizo se acurrucó en un rincón de la habitación perdiendo la razón por completo. Timorata, desamparada y nuevamente huérfana ya no supo más de ella. A mi, llegó una luz, un mensaje que mostrar al mundo la tragedia de Marta en palabras sencillas y donde no se le juzgara por sus acciones .
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