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A veces los docentes pensamos que a la hora de incorporar niños con síndrome de Down a un aula regular, necesitamos de estrategias galácticas para ello. Muchos sienten hasta aversión por esta situación, pero vivir la experiencia te hace cambiar todos esos pensamientos y apreciaciones.
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Cuando me inicie en educación fue en una zona rural, con personas de muy escasos recursos económicos, y allí había niños con condición especial, entre ellos un niño con Síndrome de Down, que para esta narración será Rafael (seudónimo). Él siempre iba a la escuela acompañar a su primita, hasta que su mamá me pregunto si yo lo recibiría aunque fuera como oyente. No me negué y hoy puedo decirles que fue una de las mejores experiencias que he tenido como docente.
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Al principio fue difícil entenderlo, ya que solo repetía sonidos onomatopéyicos, pero con la ayuda del resto de los niños, logramos que comenzara a pronunciar algunas palabras. Un día el señor Juan, obrero de la institución quien también se involucro en esta hermosa misión, esperando el camión cisterna, estaba junto él, y cuando llegaba el sr. Juan le decía “mira llegó el Run run(carro)”, y el niño lo miró y le dijo “ caarroooo…” el sr. Juan brincaba de alegría porque era la primera palabra que le escuchábamos decir, ese día fue de fiesta.
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Con el resto de las actividades, solo teníamos que aplicar la estrategia de la paciencia y explicarle a el niño varias veces como hacer la actividad, aunque al final la hacía a su manera.
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Así poco a poco se fue incorporando, ya tenía manifestaciones de afecto para con nosotras sus maestras , para con los niños y hasta con la mascota de la escuela, que era un perrito.
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Junto a sus compañeritos aprendió a ir al baño, ya controlaba sus efinteres. Todos los días había un logro en Rafael, pintaba, brincaba, se reía, cuando al inicio solo era un niño encorvado que le costaba hasta caminar, no hablaba, iba con pañales, no sabía agarrar ni un lápiz. Lo que hoy veíamos era la mejor transformación de un niño triste a un niño alegre y totalmente incorporado a su sociedad.
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Este tipo de experiencias nos llevó entender, comprender y a comprobar, que el amor y la paciencia son las mejores estrategias para incorporar a un niño con síndrome de Down a la sociedad, en este caso a un aula regular.
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Y como esta experiencia, tuve muchas otras con niños y niñas con distintas condiciones, y hasta se hizo viral entre mis compañeros de trabajo, porque muchos abrieron sus puertas y sus corazones para trabajar con ellos. Pienso que como docentes no debemos negarnos esta maravillosa experiencia, escudándonos en que no nos dan herramientas para atenderlos, cuando lo primero que necesitan es enseñarlos con afecto y respeto.
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Rafael compartió con nosotros tres años en la institución, luego fue trasladado a un centro especial. Lo ultimo que supe de él es que es un excelente deportista.
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Ah.. y por cierto el 21 de este mes de marzo se celebra el Día Mundial de las personas con Síndrome de Down
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