DEBATE PEDAGÓGICO DEL SIGLO XXI - REALIDADES Y MANISFESTACIONES

Acciones de carácter formativo y de innovación docente

Como referimos anteriormente, la formación y actualización del docente debe ser considerada por cada institución educativa, en especial por la universidad, como un factor prioritario en los programas de perfeccionamiento profesional. De tal manera que, la institucionalización de programas permanentes para la formación y actualización del personal docente, se convierte en uno de los imperativos, no el único, que permitirá materializar las mejoras necesarias en cuanto a la calidad de la educación universitaria.

Es importante, por consiguiente, trazar los itinerarios a seguir para coadyuvar a que los docentes universitarios asuman el protagonismo en la renovación y transformación de los enfoques actuales de enseñanza, con planteamientos innovadores que desde ya los demandan nuestros tiempos. Entonces, la universidad del siglo XXI, urge de sujetos capaces de reflexionar y desenvolverse críticamente en la comprensión de sus prácticas de enseñanza.

A la vista surgen otros elementos, ya que, las implicaciones de asumir concepciones innovadoras de la práctica educativa conllevan a romper con los viejos esquemas, a modificar actitudes, conceptos y conductas para sustentar nuevos enfoques. La formación docente, entonces, se concebirá como proceso de reflexión permanente sobre la práctica pedagógica, que favorecerá el intercambio de experiencias e iniciativas, en distintos ámbitos, que van desde lo personal, lo profesional hasta lo social.

Percibido de esta forma, existe una corresponsabilidad de los docentes junto a sus estudiantes de revelar cuáles son las aspiraciones en cuanto al conjunto de valores humanos con los que se identifican, tales como, dignidad, igualdad, autonomía, tolerancia, compromiso, equidad y solidaridad; y que se corresponden con la visión de sociedad que éstos desean.

No obstante, el contexto universitario en el siglo XXI, ha cambiado y la universidad se ha convertido en una estructura compleja, cargada de innumerables desafíos que se deben afrontar. Tales desafíos, desprenden elementos claves que configuran una visión más amplia del futuro de una educación que deberá ayudar a alcanzar sociedades más justas, libres y equitativas.

En atención a esta situación, la Carta Universia Rio 2014, plasmó una reflexión colectiva sobre el presente y el futuro de las universidades iberoamericanas, sus insuficiencias y potencialidades, y sobre las necesidades y aspiraciones de las sociedades de la región ante el horizonte del siglo XXI. Se formula una estrategia común de actuación en torno a las claves, propuestas y compromisos recogida en diez claves estratégicas:
1.- La consolidación del Espacio Iberoamericano del Conocimiento (EIC)
2.- La responsabilidad social y ambiental de la universidad
3.- La mejora de la información sobre las universidades iberoamericanas
4.- La atención a las expectativas de los estudiantes
5.- La formación continua del profesorado y el fortalecimiento de los recursos
6.- La garantía de calidad de las enseñanzas y su adecuación a las necesidades sociales
7.- La mejora de la investigación, la transferencia de sus resultados y la innovación
8.- La ampliación de la internacionalización y de las iniciativas de movilidad
9.- La utilización plena de las tecnologías digitales
10.- La adaptación a nuevos esquemas de organización, gobierno y financiación

Por otra parte, al considerarse la formación docente como unos de los ejes prioritarios de actuación en la educación, la Organización de Estados Iberoamericanos, impulsó el Proyecto Metas Educativas 2021: la educación que queremos para la generación de los Bicentenarios, a través de la meta general octava. Definiendo para los próximos años los siguientes propósitos:

  • Colaborar con los países y con las agencias de acreditación de la calidad de la enseñanza para lograr que toda la oferta de formación del profesorado obtenga la acreditación correspondiente.
  • Contribuir a mejorar los sistemas de acceso a la profesión docente.
  • Desarrollar experiencias innovadoras para el apoyo a los profesores principiantes.
  • Colaborar en el diseño de modelos para la formación en ejercicio de los profesores y para su desarrollo profesional.
  • Acompañar iniciativas que mejoren la organización y el funcionamiento de las escuelas y que repercutan de forma positiva en el trabajo de los docentes.
  • Apoyar la creación de redes de profesores que desarrollen proyectos innovadores.

La educación, de hoy, demanda la adecuación a los ritmos como viene evolucionando la humanidad, las dimensiones cultural, social y profesional traspasan nuevas formas de interrelación en esos espacios y tiempos pedagógicos, al mismo tiempo que superan las tecnologías habituales de enseñanza y aprendizaje sustituyéndolas por herramientas tecnológicas modernas aplicadas a esta dinámica cambiante.

Al entrar en el contexto de la globalización, la praxis pedagógica debe traducirse en transformaciones fundadas en el campo de la transversalidad de los valores, como elemento central de humanismo que oriente el trabajo de los profesores hacia nuevas propuestas curriculares de cómo debe plantearse el tipo de formación para su desarrollo personal y profesional.

De allí, la necesidad de transformar la orientación del trabajo de los profesores con un sistema de formación docente permanente que lo enrumbe al encuentro con la sociedad. Necesariamente y, a la par de las transformaciones requeridas se deben considerar la complejidad social, política, económica y de valores que hoy viven, a escala mundial, nuestras sociedades ya que, lo convulsionado de un mundo lleno de problemas trastoca la condición humana y las relaciones con sus pares, para procurar grandes y profundas reflexiones desde el quehacer educativo.

Desde esta óptica, las razones para optimizar la situación del profesorado deben fundamentarse en enfoques emergentes que impregnen la formación profesional con lógica de sentido. El docente como ser universitario le corresponde desarrollar funciones con audacia para disponerse y orientarse hacia la transformación permanente.

En el III Encuentro Internacional de Rectores Universia Río 2014 se reflexionó sobre la Universidad del siglo XXI a la luz de los ejes estratégicos y de las nuevas expectativas y tendencias universitarias, a fin de promover para Iberoamérica un espacio para deliberar sobre el conocimiento socialmente responsable que apunte consustancial en líneas significativas que originen modificaciones en cuanto a la ampliación, diversificación y renovación de la demanda de enseñanzas y modelos educativos, la consolidación de nuevos esquemas de competencia y cooperación universitaria y la transferencia del conocimiento al servicio del desarrollo y la cohesión social.

En el mismo sentido y complementariamente tenemos que, el quehacer docente y su implicación en los procesos sociales y culturales, requieren de los avances científicos de las ciencias sociales y humanas en general para mejorar y fortalecer la pertinencia social dentro de la labor a cumplir en la institución educativa.

En ocasiones nos encontramos que, la práctica pedagógica suele sumirse en una relación unidireccional entre el que enseña y los que aprenden, esto enuncia la prioridad de repensar los enfoques de enseñanza a la luz del contrasentido que implica comprender las nuevas lógicas de significado que mueven el hacer formativo de la educación.

Indiscutiblemente, estos modelos de enseñanza requerirán ser adaptables al contexto, pertinentes a la situación de aprendizaje y múltiples en su puesta en práctica. Es allí donde el profesional de la docencia puede darles elasticidad, variarlos, combinarlos, innovar en alguna de sus características, ponerlos a prueba y valorarlos. Dejando claro que no son estructuras inmodificables, es decir existe un momento y un escenario para que rinda los mayores beneficios.

En correspondencia con esa idea, concebimos universidad como un poderoso mecanismo de enseñanza para alcanzar el progreso de la sociedad, en tanto que formamos profesionales y ciudadanos, basados en la producción de avances e innovaciones científicas y tecnológicas en el campo del conocimiento.

Coincidimos en afirmar que, nos hallamos en un período de grandes y aceleradas transformaciones sociales, tecnológicas, demográficas, culturales, y científicas, que nos llama a reflexionar sobre el entorno global que rodea al mundo pedagógico y; a los movimientos que en la actualidad comprometen el quehacer docente.

Los debates, que hoy en día se ciernen sobre el sentido de la docencia y la formación de los docentes, apuntan hacia la construcción de un diálogo que supere los ya caducos fundamentalismos conceptuales o paradigmáticos del pasado, que sólo censuran la puesta en marcha de nuevas experiencias de innovación pedagógica, necesarias para afrontar debidamente los retos de la pedagogía del siglo XXI.

Podemos señalar que, en el contexto de las ciencias de la educación, los enfoques curriculares dominantes en la educación latinoamericana, no se orientan hacia la autonomía, empero se enuncia como firme anhelo en nuestra historia. Incluso, dichos enfoques curriculares conservan la estructura de dominación imperante en sus prácticas pedagógicas establecidas por el entramado institucional.

La complejidad de los escenarios sociales actuales y las múltiples exigencias que en el campo pedagógico se presentan, conllevan a centrar la atención en la relación existente entre sujeto y el mundo humano en el cual se desenvuelve, la compresión de los factores culturales que intervienen en esa relación y su influencia en la construcción de su propio ser.

Entendemos que, el educador debe movilizar las herramientas necesarias para que el sujeto se apropie de los recursos necesarios para dar respuestas propias a las interrogantes que le presenta la cultura humana; para que construya y de forma a su propio ser. Evidentemente que, la labor docente no puede enfrentarse de manera aislada, sino como parte de un paquete de medidas dirigidas a revitalizar su práctica, además de cómo el estudiante logrará apropiarse de saberes y significaciones específicas.

En este complejo ámbito, donde se halla la pedagogía, es la formación de docentes reflexivos, promotores de procesos de innovación y mejoras de la calidad de la educación, apoyada desde su práctica cotidiana en modelos de comprensión de la realidad y de la enseñanza, la que permitirá el avance sustancial en las ciencias de la educación y por ende, de la sociedad donde se desenvuelve.


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