Colombia: los retos y dilemas de Iván Duque

A sus 42 años de edad, Iván Duque tomará posesión como el jefe de Estado más joven de la historia reciente de Colombia. A pesar de las críticas y de las posturas políticas divergentes de los distintos sectores del país, muchos analistas le dieron crédito a Duque por haber sido un candidato estratégico y audaz, que nunca tropezó y supo mantener su rumbo hasta llegar al Palacio de Nariño para convertirse finalmente en sucesor de Juan Manual Santos.

Más allá de haber desempeñado una buena campaña frente a sus contrincantes políticos, muchos en Colombia se encuentran a la expectativa de saber quién es realmente Duque y qué rumbo tomará su Gobierno en los próximos cuatro años en el poder. Y no era para menos: hasta el año pasado, el nuevo presidente era un senador apenas conocido, que, bajo el apadrinamiento de su mentor político, el expresidente Álvaro Uribe, logró catapultarse a la jefatura de Estado. Las cualidades que mostró como candidato no son las mismas que precisará para gobernar. Ahora tendrá que demostrar, más allá de su buena formación y trayectoria, si en realidad tiene lo que se necesita para tomar las riendas del país. Bajo esta gran incógnita, Duque recibe –a pesar de ciertos avances bajo el liderazgo de Santos– una Colombia polarizada, con una paz inestable y una quebradiza economía.

Gabinete joven y con equidad de género

La elección de su gabinete deja entrever, en primera instancia, cuál será el estilo de su Gobierno. Muy cerca de lo propuesto en campaña, Duque diseñó un gabinete de ministros jóvenes, con un promedio de 49 años de edad –había prometido darle prioridad a menores de 45–, y de milimétrica equidad en cuanto a género entre sus 16 ministros. El equipo resalta por ser tecnócrata y centrista, y por incluir mayoritariamente a personas que trabajaron con Uribe, pero también con Santos, además de otros que votaron por el sí en el plebiscito por la paz. Según Sabine Kurtenbach, directora en funciones del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos,en Hamburgo, el gabinete tecnócrata puede "ayudar a superar la polarización ideológica, aunque podría, asimismo, conllevar el riesgo de que las pseudosoluciones tecnocráticas tengan prioridad sobre el debate político".

La sombra del uribismo

La elección de su equipo denota su intención por generar consensos políticos y reducir la alta polarización del país, tal vez consciente de que, si quiere gobernar, deberá acercarse al centro y tendrá que tomar distancia de Uribe. La figura polarizadora del expresidente habrá sido fundamental durante la campaña, pero queda en duda si esta será la fuerza que Duque utilice para gobernar. Y es que quedarse solo en la derecha aislaría a su Gobierno y complicaría su gobernabilidad. "La superación de la polarización requiere primero de respeto por otras opiniones. Esto solo es posible si el contenido y los temas se expresan objetivamente. En última instancia, se deben crear perspectivas en las que converjan la gran mayoría de colombianos", dijo Kurtenbach a DW.

Tomar distancia de Uribe, reclamar independencia y crear propia personalidad política, sin ser tildado de desleal, constituirá, tal vez, su primer reto y uno de sus más grandes desafíos como presidente. Más ahora que la Corte Suprema de Justicia abrió una investigación contra el expresidente por manipulación de testigos.

Mantener consensos con la oposición

Duque tendrá que tomar en cuenta a la oposición, que, a pesar de no tener mayoría en el Congreso, ha cobrado nuevo vigor. Su oponente político, el excandidato presidencial de izquierda, Gustavo Petro, logró más de ocho millones de votos, la más alta votación que haya tenido la izquierda en Colombia. Asimismo, el nuevo aprobado Estatuto de la Oposición, le otorgará a líderes opositores mucho más espacio en televisión y radio que en el pasado. Frente a estas realidades, Duque, si quiere restarle fuerza a la oposición y no entregarles la presidencia en 2022, requerirá de sólidos consensos políticos que le permitan representar a amplios sectores en el país.

La gran incógnita: ¿qué será de la paz?

Bajo la misma premisa, Duque no deseará pasar a la historia como el que lapidó la paz ni el que trajo nuevamente el conflicto armado a Colombia. Para gobernar tendrá que "hacer acuerdos en la Colombia profunda; principalmente en las áreas rurales, entre los afrodescendientes y los indígenas", apuntó, por su parte, Gimena Sánchez, directora para los Andes de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), en entrevista con DW. "Si no hace eso, habrá protestas sociales y posibles resurgimientos de grupos armados", agregó.

Duque, a diferencia de los más radicales de su bancada, que quieren destruir con los acuerdos y la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) –el mecanismo de justicia transicional encargado de procesar a los diferentes actores del conflicto–, ha moderado su lenguaje y ha manifestado su compromiso de no acabar con los diferentes mecanismos del acuerdo. Queda abierta la pregunta sobre cómo se las arreglará, una vez más, entre ambas fuerzas. Pero más allá de posibles reajustes, según Kurtenbach, si "no desea actuar de manera inconstitucional, el nuevo Gobierno deberá reconocer que la Corte Constitucional le ha otorgado al acuerdo de paz el estatus de política estatal para las próximas tres legislaturas". Los adversarios del acuerdo "deben reconocer que un proceso de paz es una solución intermedia", añadió la experta del GIGA.

El miedo a ser Venezuela

Durante la campaña, la tragedia venezolana fue central en la victoria de Duque. Con la amenaza de que Colombia viraría con Petro hacia el "castrochavismo", lograron capitalizar el temor de la gente en votos. Ahora, superada la contienda electoral, Duque deberá tomar una postura sobre el país vecino y la grave crisis de refugiados, así como el deterioro significativo en la seguridad fronteriza.

El presidente electo ya ha manifestado su intención de denunciar a Maduro ante la Corte Penal Internacional, así como no nombrar embajador a Caracas hasta que volviera la democracia. "Duque se postula en contra de Maduro solo porque lo ayuda con su base política en Colombia y le hace un guiño a la Administración Trump", afirmó Sánchez. Por su parte, Daniel Flemes, del Instituto GIGA, considera legítima la revisión judicial de las prácticas antidemocráticas de Maduro, aunque considera que "la política no debería ser un obstáculo para la solidaridad activa con los ciudadanos venezolanos, en particular con los refugiados en Colombia".

Si Duque decide gobernar con independencia, su mandato será, muy posiblemente, acorde a su perfil: fiel al canon neoliberal en materia económica y social: reducir el tamaño del Estado, bajar impuestos y apostar al libre comercio. "Junto con los presidentes de Argentina, Chile y Paraguay, Duque forma parte de un renacimiento de la política conservadora y ortodoxa de mercado, parcialmente populista", señaló Flemes. Por otra parte, en caso de no poder resolver el tema de su dependencia política de Uribe, arriesgará más división política, mantendrá, posiblemente, la línea populista de su padrino político y le será muy difícil sostener una democracia institucional basada en la separación de poderes.

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