Somos nosotros los personajes encargados de mantener vigentes las tradiciones de nuestras ciudades para no perder el significado que tiene un país. En nuestro caso lo es Maracaibo, lugar mejor conocido como “La Tierra del Sol Amada”, ¿cómo sería la ciudad si cuidáramos cada rincón de este suelo que abunda en riquezas naturales? ¿Sería el mismo chiquero de hoy por el descuido del gobierno?
A pesar del desánimo vivido en las ciudades de Venezuela por la crisis política, donde vemos que algunas costumbres se han perdido en los viejos barrios y el respeto en las calles parece desvanecerse, algunos prefieren hacer el intento para que los ciudadanos no olviden de dónde provienen sus raíces y colaboren con preservar aquellos detalles que nos representan convirtiendo sus anhelos en un negocio familiar.
Es el caso de este cepilladero (polero/heladero), por ejemplo. Durante horas pedalea en su bicicleta para recorrer los lugares más concurridos de la ciudad. Se preocupa por mantener lúcido el techado que lo mantiene distante de los rayos de luz y las lloviznas con los sabores más solicitados por los marabinos: kolita, limón, uva, guanábana, entre otros. ¿Tiene la oportunidad de realizar otro trabajo? Sí, pues lo afirma constantemente, pero no deja de recordar las alegrías que le causaba hace algunos años vender un vaso de cepillado a un niño. Por ello vive de esperanzas, pero vive.
Como él existen grandes cantidades de personas que viven de los recuerdos pero que normalmente no se toman la molestia de actuar diferente para que tarde o temprano esos recuerdos se conviertan en una realidad. Si algo debemos tener en cuenta para subsistir como nación es que los políticos no sacan a un país adelante, lo hace su gente, los que día tras día trabajan el quíntuple para llevar un bocado a sus hogares y que sin ellos probablemente Venezuela no existiese.
La ardua labor bajo un sol inclemente, la lucidez de colores vivos en las artesanías zulianas y el respeto hacia nuestro majestuoso Lago de Maracaibo forman parte de aquellos buenos tiempos que se niegan a morir en la memoria de los maracuchos. Todos somos una pieza importante en este rompecabezas que aparenta no tener solución, o eso nos hacen creer, pero no contagiemos a los demás de no querer disfrutar la vida al no trabajar, no reí, no valorar y no arriesgar.
We are the people in charge of maintaining the traditions of our cities in order not to lose the meaning of a country. In our case it is Maracaibo, place better known as "The Land of the Sun Beloved", what would the city be like if we took care of every corner of this soil that abounds in natural riches? Would it be the same pigsty today because of the government's carelessness?
Despite the discouragement experienced in the cities of Venezuela by the political crisis, where we see that some customs have been lost in the old neighborhoods and the respect in the streets seems to vanish, some prefer to make the attempt so that citizens do not forget where they come from its roots and collaborate with preserving those details that represent us turning their wishes into a family business.
This is the case of this brush (polero / ice cream maker), for example. For hours, ride your bike to visit the busiest places in the city. He worries about maintaining a lucid roof that keeps him distant from the rays of light and the drizzles with the flavors most requested by the marabines: kolita, lemon, grape, guanábana, among others. Do you have the opportunity to do another job? Yes, he says so constantly, but he does not stop remembering the joys he had a few years ago selling a toothbrush to a child. That is why he lives on hopes, but he lives.
Like him there are large numbers of people who live on memories but who usually do not take the trouble to act differently so that sooner or later those memories become a reality. If we have to take into account something to survive as a nation, politicians do not take a country forward, its people do it, those who day after day work the quintuple to take a bite into their homes and that without them Venezuela would probably not exist.
The hard work under the inclement sun, the lucidity of bright colors in the Zulian handicrafts and the respect towards our majestic Lake of Maracaibo are part of those good times that refuse to die in the memory of the maracuchos. We are all an important piece in this puzzle that seems to have no solution, or so we believe, but do not infect others not wanting to enjoy life by not working, I did not laugh, not value and not risk.