El cuento de quien no sabía que pasaba

El calor sofocaba mi mente, e indudablemente quemaba mi cuerpo. El sueño pesaba en mis hombros, una palabras sabias me indicaron que mejor me fuese a dormir.

  • Podrás terminar lo que falta, mañana- Anda descansa, dijo esa voz que salía de una frecuencia conocida pero no entendida.

Tenía la opción de descansar en el lecho donde asomaba las bajas temperaturas, pero mi miedo a no dormir se apoderaba de mi. El presentimiento de que algo no andaba bien, dominaba toda mi claridad. El sudor que corría con velocidad pero sin habilidad mi cara, provocaba que mi mano de manera constante este interrumpiendo la caída de mis párpados.

Mis ojos ya no daban, rojos, como las noches de esos consumidores de paz. Ese libro maldito, o ese libro bendito, mi dilema sobre las cosas, las confundía con mis lecturas. ¿Qué está bien o qué esta mal? Solo se que ese libro encontrado en la oscuridad de esa calle sin asfalto me tenía totalmente desquiciado.

La epidemia estaba por comenzar, las predicciones hechas por R.K parecían que se avecinaban. Nadie en el mundo iba a poder dormir más de 8 minutos por día.

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