Algo para el fotocuento... ¡Gracias @rahesi!
Sobre el brillo y las mascotas
Canela. Una carita preciosa la que nos mostró desde los primeros instantes de vida; y un corazón aún más.
Cuando tenía 9 años de edad, luego de la terca insistencia de querer tener entre mis manos uno de esos peludos compañeros a los que tantos niños se ven alegres de consentir, mis padres llegaron con Canela. Tenía unos dos meses de edad, un cuerpo pequeño, mediana timidez y un brillo enorme en la mirada. El nombre no lo puse yo, vino con ella pero fue, en efecto, bastante acorde a sus manchas café.
El tiempo hizo lo suyo y el pequeño cuerpo se estiró, la timidez se hizo pequeña y el brillo… ¿cómo se puede medir el infinito? Un sinfín de cosas trajo Canela a nuestra vida: Alegría, esperanza, y algún que otro dolor de cabeza que, sin embargo, para mí siempre han resultado entretenidos… al menos de contar en el futuro. Cuando tenía unos 6 años de edad llegó luego una manchita blanca, aun más pequeña, igual de tímida y quizá también igual de brillante; como dije, los infinitos siempre son algo difícil de medir. Canela la acogió como si hubiese sido siempre parte de su vida, con la característica ternura y cuidado que requiere un recién llegado a la vida, y eso hizo que yo, de la forma más curiosa posible —lamida por aquí, olfato por allá— entiendiera sobre el cuidado y la acogida.
A mis 20 años, cercana ella a sus 11, marché hacia otros rumbos. Hay algo muy instintivo dentro del cariño y es que en ese momento sus ojos reflejaban la melancolía que implica una despedida; allí entendí, además, que existe un lenguaje universal entre las emociones. Esta fue la última foto que tomé de Canela, un par de días antes de marchar a otro país. Ella quedó al cuidado de mi hermano, Roberto, falleciendo 3 años después de haberme ido. Fue una vida muy amena y bastante larga. Hace poco encontré esta foto mientras revisaba los viejos detalles que descansan en la memoria y también en un portátil. Ella está en algún lugar de la existencia, a los cuáles planeaba acceder también yo; no han sido días muy serenos los últimos. ¿Les conté sobre lo complicado que es medir el infinito? Ese brillo, quizá descanse en otro lugar, y no veo razón por la cual no buscarlo nuevamente. Hasta siempre, Canela.
Y nada. Canela, un lindo nombre y una linda mascota. Originalmente... bueno, hubieron muchos "originalmente" durante el relato. Creo que bastante sencillo, con muchos cambios en su narrar. Espero que sea disfrutable; a mí me agradó escribirlo. Saludos.
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