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¿Qué es aquello que defines como realidad? ¿Es acaso todo aquello que tus sentidos pueden codificar y enviar hasta tu cerebro a través de pulsiones electroquímicas? ¿Es el sabor del jugo de uva realmente uva? ¿Qué es la uva entonces? Una idea, una sensación; puedes arrancar la uva y saborearla a través de tu sentido del gusto el cual mandará un mensaje a tu cerebro y que guardará a ese sabor dentro de ti como si un archivo de computadora se tratase, pero entonces aparece ante ti un sobre el cual destapas y contiene un polvo mágico muy bonito y colorido como el sobre en sí; echas ese polvo en una jarra de dos litros de agua y obtienes un jugo de uvas pues el sobre dice que jugo de uva, o tal vez diga algo más entretenido, más épico y que incite a una sensación de aventura: sabor uva explosiva extrema, o cómo el marketing quiera llamarle. En ese momento estás consumiendo no ya muy mentado jugo de uva sino un producto con un marketing detrás que ha deformado la realidad, algo que no sabe completamente a uva porque contiene mucha azúcar y quizá ese sabor extremadamente dulce sea el sabor de la uva explosiva extrema; ahora te resta probar todas las demás frutas extremas y causarte algún tipo de diabetes mientras vives, aunque sea en un pequeño punto en la hiperrealidad del marketing.
El mercado es tan antiguo como la humanidad en sí—vaya obviedad—; se quiera o no es el corazón de la humanidad en sí misma; las cosas se han movido en buena parte porque existe un mercado. El lenguaje primitivo evolucionó gracias a las necesidades del mercado aunado a los progresos del ser humano. Lo que nacería posteriormente sería la publicidad. Saltando unos miles de años en el futuro, concretamente en Estados Unidos después de la segunda guerra mundial. Los periódicos como hasta hoy en día ofrecían productos, salvo que no había ni slogans llamativos e ingeniosos, como tampoco emotividad, no, los productos buscaban apelar a la razón del consumidor con textos largos sobre el por qué tal jabón era mejor al de la competencia, y así con todos. Esto cambiaría con la llegada del sobrino de Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, me refiero a Edward Bernays, un periodista y relacionista público de origen judío y conocedor del corpus freudiano. Bernays fue ingenioso, y aplicando las bases del conocimiento psicoanalítico de su también famoso tío, Freud, se decidió que si las publicidades dejaban de apuntar a la razón y comenzaban a atacar las emociones entonces habría más compradores, cosa que resultaría ser cierta y que crearía las bases para la publicidad, propaganda y marketing cómo los conocemos hoy día. Pero regresando otra vez a la época de Bernays, durante aquellos tiempos de la postguerra, ya se había pensado por parte de los banqueros en que la sociedad estadounidense debía desviar su cultura radicalmente, sin apelar a la razón sino a las necesidades.
Edward Bernays, el hombre que cambió al mundo
Joseph Goebbles en la Alemana Nazi utilizaba la propaganda para la guerra en favor de Hitler, pero Bernays fue un paso más allá: utilizaría la propaganda incluso en épocas de paz pero con mensajes más agradables, suaves, lisos y digeribles —los cuales irían evolucionando a la par del mercado— que por un lado serían parte fundamental de la maquinaria de los sueños de Estados Unidos, como por otra parte convertirían a la democracia no en un sistema que subvierta las relaciones de Poder, sino en un sistema que permitiera que el poder permanezca en el mercado y que a su vez, como sistema fuera un referente para que los seres humanos pudieran calmar sus males. La democracia gusta demasiado, incluso en un mundo relativista, e incluso para los posmodernos que relativizan todo, la democracia no puede ni debe de ser alterada aunque objetivamente podamos cuantificar sus fracasos y aunque la misma sirva para instaurar regímenes dictatoriales como el chavismo. La democracia es y será siempre el mejor sistema político para hacer negocios. Al final, Bernays comenzaría a hacer saber al mundo que no sólo se venden productos sino ideas éticas, estéticas que a su vez matizan estilos de vida. Entonces así artículos de consumo de aquella época como un cigarrillo o un sombrero al estilo Sinatra, hasta el actual Smartphone dejan de ser productos y se convierten en símbolos que a su vez representan ideales siempre cargados de libertad, rebeldía y hasta democracia como hablan todas las constituciones de los países occidentales y algunos de sus billetes; o todavía mejor: con la idea de ser y de pensar diferente a todos los demás. «Los cigarrillos de toda la competencia son veneno, los nuestros no lo son».
Smoking four cigarettes at once. From a series of images parodying women's lifestyle and beauty magazines, 1955. (Photo by Jacobsen/Getty Images)
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Edward Bernays luego publicaría las obras de su tío, Sigmund Freud al inglés. Serían las primeras obras, y su sobrino no perdería la oportunidad de hacerle publicidad lo que llegaría a influenciar al a industria como también a toda la sociedad. General Motors fue convencida por las ideas psicoanalíticas de que podían vender un auto como símbolo de virilidad, mientras que otro modelo podían venderlo como símbolo de familia. Convenció a las feministas sufragistas —movimiento además integrado por muchísimos hombres— de que la rebelión femenina comenzaría eliminando el tabú hacia las mujeres fumadoras, así que idearon una treta con actrices seleccionadas y bien cuidadas para hacerlas pasar por manifestantes que fumarían en público «antorchas de la libertad» y que terminó siendo un fenómeno mediático y todo desde el concepto freudiano de la envidia de la mujer por el pene, y que al poseer un pene simbólico como el cigarrillo, estarían consiguiendo tanto poder como los hombres. Se cumplió el objetivo de vender cigarrillos a las mujeres. La Coca-Cola podría crear la imagen del Santa que todos conocemos y amamos sin darnos cuenta de que es puro marketing de ellos, los creadores del santo patrono del capitalismo; asimismo cuando no fuera navidad, la Coca-cola podría vendernos mensajes de paz y de unidad en forma de gente cantando y bebiendo alegremente botellas de gaseosas.
Durante la época del cine Noir, en Hollywood que para resumir es como el cine de superhéroes de hoy que Marvel nos está dando, el Noir era el cine de los europeos de la postguerra tratando de encontrar su lugar en la tierra de las oportunidades viendo cómo sólo eran promesas. Allende a las buenas y malas películas como también a las técnicas cinematográficas, un símbolo perenne en el Noir eran los cigarrillos. Servían para los hombres demostrar madurez, misterio y rebeldía. Servían para evadir la censura ultraconservadora de la época, y a través de diálogos ingeniosos de doble sentido esconder las intenciones de la fémina de turno, algo cliché muchas veces en el Noir de simplemente dar una mamada.
Apenas estamos entrando en el primer siglo de cumplir y satisfacer nuestros deseos sobre nuestras necesidades, en donde se trabaja para consumir y en donde el capitalismo ha logrado absorber todas las críticas sean de índole marxistas o dentro del liberalismo. Mark Fisher en su libro Capitalist Realism nos explica que el capitalismo a diferencia de los sistemas comunistas y socialistas no le teme a las críticas, sino que el mercado ve en ellas infinitas posibilidades para crear más productos de consumo que a su vez generan una simulación de la realidad.
El mundo no es más abierto hacia los homosexuales porque se vendan cigarrillos y otros productos con la bandera LGBT, o porque muchas empresas se pongan un filtro de arcoíris durante el mes del orgullo; Hollywood no está integrando a todas las mal llamadas “razas” dentro de sus películas por meter a actores negros a interpretar personajes siempre concebidos como blancos, o que tienen razones etnográficas y geográficas e históricas para ser blancos; los latinos no encuentran tampoco espacios para sí, están muy detrás de los negros en ese aspecto, por tal razón el latino siempre consigue el papel de latino dentro de una película pues no puede escapar al cliché de lo que es. Como remedio existen películas como “Coco” que pretenden ser vendidas como parte de la cultura latina, pero no es más que una versión descafeinada y fácil de digerir, aunque con una estética interesante pero colorida de una de las muchas tradiciones exclusivamente mexicanas, muchas veces único referente de lo latino y hasta de lo hispano en el mundo del entretenimiento.
Coca-Cola, 1971 - 'Hilltop' | "I'd like to buy the world a Coke"
Nos encanta lo virtual y lo tecnológico pero que a su vez remonte a lo viejo pues lo viejo da una sensación de familiaridad y de seguridad. Por tal razón, las aplicaciones de lecturas más populares siempre generan al cambio de página, la imagen de una página siendo pasada como se haría con un libro físico. La realidad es frágil y llena de huecos. Esos huecos pueden ser problemas en el amor, o familiares. Japón es un país extraño que ofrece soluciones a esto como la capacidad de contratar a personas para que sean tus amigos o tu novia, algo que dista demasiado del simple comercio de la prostitución en países donde sea legal. En algunos casos, hay personas que se casan con su personaje favorito de ficción. En muchos casos, es más importante lo que le sucede a un personaje de ficción que lo que le sucede a una o a muchas personas reales en el mundo. No sabemos cómo de delgada es la capa de hielo de la realidad, pero es probable que muy pronto esta deje de importar y que podamos crear nuestra propia realidad sólo para nosotros por unos cuántos dólares al año y con mucha publicidad de por medio.
Este post fue subido anteriormente a mi blog de Steemit bajo el mismo título. Nunca llamó la atención de nadie, así que decidí además de borrarlo de allá, pulir su presentación.