Por supuesto que lo era y eso ella lo sabía (…) Aunque pareciera ida o distraída por momentos, le gustaba prestar atención a los pequeños detalles, esos que la gente dejaba escapar y llegar al olvido, algunos detalles eran desconsoladores, sólo reflejaban el engaño y la desilusión, estos se acumulaban dentro de ella como basura de antaño y se convertían de manera insensible en un compendio de objetos perdidos y nunca reclamados, nunca perdonados ni mucho menos recuperados. Ella lo prefería así, ¿para qué recuperar memorias de algo que terminaba punzándole el corazón?
A cambio, compartía los detalles felices, de los vivitos y generosos, esos que atesoraba como antigüedad para calmar sus ansias de desmoronarse como un diluvio. No podía ser egoísta con su presente, ¿cómo podía?, si era obvio que su pasado se lo reclamaba siempre que podía, volviendo su vida ambigua y deplorable. El pasado, ese que todos poseemos y llevamos a cuestas, ese que no siempre es bueno o atesora momentos tan magníficos que cuando se desvanecen, terminamos regocijándonos en la nostalgia, culpándonos, culpando a cualquier cosa que se nos atraviese y logre ser sensato con la explicación del porque perdimos algo, el porqué las cosas son perecederas, porque nos abandonaron, porque no nos amaron, porque, porque; Ya bastante agobio tenía con una pregunta, entonces se volvía terca, intensa, una mezcla de lo que él no comprendía, solo deseaba que intentara comprenderla y más que ser egocéntrica ella solo quería amarlo, quería darle los detalles guardados que nunca le dieron, quería que él aprendiera a vivir con su pasado, ya no le importaba si la lastimaban, a fin de cuentas en eso siempre terminaba el amor.
Y eso ella lo sabía...
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