Nos volvimos jueces, verdugos, señalamos y no tenemos pudor ni vergüenza, somos frívolos, estamos por delante de los demás, ya no sentimos lastima ni piedad. Nos volvimos criminales, asesinos, tenemos el arma con la bala en la mano, los ojos vacíos y el cuerpo sin alma... Ahora somos nosotros los que matamos.