Tercer dia de reto.
Retadora: @evagavilan.
Armas a usar: copy and paste
En esta tercera entrega vuelvo a publicar un post sobre una historia real de mi niñez, que paso hace muyyyy poquito :)
A finales de los años 60 a los Tres Reyes Magos les fue denegado el permiso de entrada en la isla de Cuba. Los dirigentes de la naciente Revolución en su afán de que cada niño cubano tuviera juguetes se convirtieron en los nuevos Reyes Magos y crearon a principio de los 70 un sistema de distribución que acabo dejándolos a todos sin ellos. Lo que aquí te cuento son mis recuerdos.
Los nuevos Reyes Magos: Fidel Castro, Juan Almeida y Ernesto Che Guevara. Mural instalado en La Habana a fines de los años 60.
Fuente:
En casa cada 6 de enero era para mí, como niño al fin, uno de los días más divertidos del año, era el día de los Reyes Magos. A penas al despuntar la mañana y después de un intento de vigilia nocturna para tratar de descubrir a los Reyes Magos pasando por debajo de la puerta de la casa para dejar los juguetes que les había pedido, salía disparado de la cama a buscarlos. Mis abuelos y mis padres me gritaban “frio, frio” cuando los buscaba en lugares alejados de donde estaban realmente escondidos y “caliente, caliente” cuando me acercaba a ellos y los descubría. Eran momentos de alegría y yo apenas tenia idea de que la Revolución estaba a punto de cambiarlo todo.
Un buen día nos dijeron que los Reyes Magos ya no vendrían en enero. Ahora los juguetes iban a ser vendidos en el mes de julio en la ferretería del vecindario, lo tomas o lo dejas. Se organizó un sorteo donde las familias se ganaban un número para comprar en un determinado día durante 6 días, por ejemplo: el número 10 para el primer día o el 50 para el sexto día. Para que todos los niños tuvieran juguetes estos fueron limitados a tres por cada uno y clasificados en Juguete Básico, No Básico y Dirigido. Las cosas empezaron a complicarse para los niños y sus padres. Los juguetes Básicos eran los más atractivos, los más grandes y los que todos querían, los No Básico menos atractivos y el Dirigido, como bien lo dice la palabra, era el que te dieran y el menos atractivo, generalmente era una pelota para los niños y un juego de yaquis para las niñas. Todo parecía bien, pero el problema era que no había suficientes juguetes y estos se iban agotando con el paso de los días. Si te tocaba el último número del sexto día prácticamente lo que podías comprar era el polvo de la tienda.
El juguete más codiciado de todos y el sueño de todo niño era la bicicleta, pero solo distribuían muy pocas por cada tienda (usualmente 2). La única manera de comprarte una bicicleta era si en el sorteo te sacabas el número 1 para el primer día y si tenías dinero para comprarla, porque si tenías el número 1 para el primer día, pero no tenías dinero, era como coger el último número del último día. En la práctica la manera más común que tenía un niño de montar una bicicleta era que te la prestara algún vecino del barrio que tuviera una, montar bicicleta era una experiencia única.
Recuerdo que cuando los juguetes eran puestos en las vidrieras los niños nos agolpábamos para mirar a través de ellas juguetes que casi nunca podíamos comprar. El mejor juguete que me pude comprar durante aquellos años fue un carro de policía con sirena y luces en un año en el que en el sorteo me saqué el número 40 para el primer día (con la bicicleta, ni soñar).
Si bien para los niños comprar juguetes se convirtió en algo complicado imagínate como sería para los padres. Todo un nuevo mundo de trueque empezó a surgir. Algunas familias que no tenían dinero vendían su número del sorteo para comprar comida. Otros dejaban de comer y cambiaban comida por números del sorteo para que sus hijos pudieran tener más juguetes. Pero los niños seguíamos siendo niños y no nos dábamos cuenta de aquellas gestiones económicas. Eso sí, teníamos las herramientas más poderosas que tienen los niños para vivir, aprender y jugar. Esas herramientas eran la creatividad, la imaginación, los sueños y toda la energía del mundo. Con nuestra creatividad y la de nuestros padres y abuelos fabricábamos nuestros propios juguetes con todo aquello que nos ofrece la naturaleza, como la madera, por ejemplo. Con ella hacíamos carriolas, espadas, arcos y flechas entre otros.
Juguete de los niños cubanos años 70 y 80 (Youtube, video del canal de Jorge Medina)
La tierra húmeda era como la plastilina y así muchos otros inventos. Nuestras madres y abuelas nos cosían disfraces diferentes y como abundaban los libros jugábamos a las librerías. Con la imaginación nos subíamos a un árbol y nos sentábamos en uno de sus contornos más cómodos y de pronto el árbol se convertía en un auto y manejábamos por las playas, las ciudades y los campos, también los convertíamos en aviones y desde el cielo contemplábamos cada palmo de la isla. Con los sueños cerrábamos los ojos a plena luz del sol o bajo la luna y nos contábamos los unos a los otros lo que queríamos ser cuando fuéramos grandes. Y con nuestra energía corríamos por todo el barrio, jugábamos a los escondidos, al ladrón y policía, a la pelota o a cualquier juego callejero que abundaban por aquellos tiempos.
Carriola.
Fuente:
Cuando los niños cumplían los 12 años ya no tenían derecho a seguir comprando juguetes. Así pasó el tiempo , y en los 80 aquel sistema de distribución de juguetes languidecía y la generación de niños que vivió después de la mía, la tuvo más difícil para comprar juguetes, pero esa ya es otra historia.
A pesar de todo tuve una niñez feliz y muchos amigos con quien jugar. Y lo mejor de todo es que no viví en una sociedad socialista, viví en la mente de un niño. El mismo que hoy en el cuerpo de un hombre se niega a dejar de existir.