"Lo que uno ama en la infancia se queda en el corazón para siempre "
-(Jean-Jacques Rousseau)
Fuente
Mi Testimonio
Recuerdo cuando era una niña, corría por los pasillos de mi escuela, hacía las tareas lo más rápido posible para que al momento del recreo no tuviese apuros al salir. Mis amigos de la infancia que aún a pesar de las diferentes ocupaciones y aspiraciones aún se mantienen, esos con los que jugaba “El Avioncito”, “La Cuerda”, “La Ere”, “Las Escondidas”, “Ale Limón”; esos viejos compañeros que llevo en mi corazón y que hoy día les tengo un cariño inmenso, esos a los cuales agradezco por hacerme vivir la mejor niñez del mundo mundial.
La infancia es una de las etapas más fundamentales en el ser humano, ya que en esta es donde el individuo empieza a formar su propia identidad, y dependiendo de lo que viva lo marcará para toda la vida.
Quizá algunas personas no concuerden o estén en desacuerdo con mi argumento, pero lo opino desde mi experiencia y desde los testimonios de otras personas, también hablo desde el punto docente: “Han sido muchos los niños atendidos a los cuales he observado que como otros niños los acepten ellos sentirán dos tipos de sensaciones: Seguridad o la contraria de esta”.
Algunos desde que son pequeños tienen rasgos de liderazgo, esto hasta cierto punto es bueno, uno como docente o padre del niño el deber ser es enseñar al infante a canalizar esa cualidad, sino se enseña, este puede llegar a convertirse en el típico niño “Al que todos le tienen miedo”, enseñar a los más pequeños es un deber, el que sean buenos y futuros hombres de bien, queda de nuestra parte parte.
Debemos darle amor, cariño, enseñarles valores y principios, muestras de afectos muy seguidas, le estimularan y lo harán una persona dócil y con mucha empatía a lo largo de su crecimiento.
He notado que muchos adultos en edades de 30 a 45 años en adelante, tienen rasgos de represión a: Reír, bailar, llorar delante de otros, tomarse una foto espontánea, o mostrar lo que son (sus sentimientos), son personas que en su infancia fueron maltratados o rechazados. Este tipo de personas llevan un cúmulo de emociones que cuando las sueltan es peor que la bomba de Hiroshima.
Testimonio de la Sra. Claudia sobre su infancia. (Nombre ficticio para cuidar su identidad)
Hace ya un tiempo, conocí a una señora con el nombre de Claudia, ella es peluquera y vive en mi pueblo, frecuentaba mucho su casa para arreglarme el cabello.
“Un día entre tanta hablar y hablar y confianza que nos teníamos, terminó por contarme respecto a su infancia; aún recuerdo como se veían esos ojitos apagados, ¡Aún recuerdo esos ojitos llenos de lágrimas! Ella me comentó textualmente: ¡Ay mi Ana, dentro de mis posibilidades trato de darle lo mejor a mis hijos, a veces ellos reniegan y hasta se molestan conmigo, pero si ellos supieran todo lo que he vivido! ¡Tuve una vida tan dura! Si ellos supieran el hambre que pasé, comía las sobras de lo que me daba mi madrastra, ya que mi madre nos abandonó desde que éramos muy pequeños, y pues luego mi papá se buscó a otra mujer.
Como yo era la arrimada ella me hacía la vida imposible hasta que a los diez años decidí irme de la casa, y empecé a trabajar en la calle, fui abusada sexualmente a mis trece años y eso es algo que aún no he logrado superar, a veces cuando estoy con mi pareja recuerdo muy en carne viva esos episodios.”
Así como la señora Claudia seguramente existen historias similares, o de esas en el que el padre es alcohólico y golpea a la madre, o la madre espera que el marido salga de la casa y mete a otros hombres y los pobres niños tienen que ver todas estas escenas que de alguna y otra forma los trauma, si estos no se tratan más adelante a lo largo de la vida pues arrastraran estos episodios y se pueden llegar a convertir en modelos, ya que fue lo único que vieron pues lo toman y lo imitan.
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Tener una infancia feliz es determinante en el éxito y el grado de satisfacción de una persona. Un estudio llevado a cabo por la Universidad College London, en el Reino Unido, así lo demuestra: “Los pequeños que viven en un entorno que desborda felicidad tienen más posibilidades de alcanzar el éxito de adultos”. ¿El motivo? Crecer en un ambiente feliz te hace ser una persona más abierta, estudiosa, muy segura en el trabajo y, por lo tanto, con más facilidades para llegar al éxito. La risa es una señal de buena salud psíquica y física para niños. Es una acción que se debe practicar, fomentar y disfrutar.
Explica la psicóloga Marlene Finol que “la sonrisa es el mejor regalo que podemos recibir de un niño, cuando se sienten bien, es el reflejo de su estado de ánimo. Por el contrario no hay nada más angustiante que ver a un niño apagado”.
Por su parte, la docente Liomar Ramírez destaca que una infancia feliz se traduce en un adulto seguro.
"Los padres son moldeadores de la vida del niño, debemos inculcar valores, dar mucho amor, apoyo y compañía para que al crecer sean adultos seguros de si mismo, con metas claras y sentido de superación".
Alguna parte de la informacion fue extraida de la web: http://www.panorama.com.ve/pitoquito/Una-infancia-feliz-garantiza-un-adulto-seguro-20170712-0085.html
Recuerdo cuando era una niña, corría por los pasillos de mi escuela, hacía las tareas lo más rápido posible para que al momento del recreo no tuviese apuros al salir. Mis amigos de la infancia que aún a pesar de las diferentes ocupaciones y aspiraciones aún se mantienen, esos con los que jugaba “El Avioncito”, “La Cuerda”, “La Ere”, “Las Escondidas”, “Ale Limón”; esos viejos compañeros que llevo en mi corazón y que hoy día les tengo un cariño inmenso, esos a los cuales agradezco por hacerme vivir la mejor niñez del mundo mundial.
Quizá algunas personas no concuerden o estén en desacuerdo con mi argumento, pero lo opino desde mi experiencia y desde los testimonios de otras personas, también hablo desde el punto docente: “Han sido muchos los niños atendidos a los cuales he observado que como otros niños los acepten ellos sentirán dos tipos de sensaciones: Seguridad o la contraria de esta”.
Debemos darle amor, cariño, enseñarles valores y principios, muestras de afectos muy seguidas, le estimularan y lo harán una persona dócil y con mucha empatía a lo largo de su crecimiento.
Hace ya un tiempo, conocí a una señora con el nombre de Claudia, ella es peluquera y vive en mi pueblo, frecuentaba mucho su casa para arreglarme el cabello.
“Un día entre tanta hablar y hablar y confianza que nos teníamos, terminó por contarme respecto a su infancia; aún recuerdo como se veían esos ojitos apagados, ¡Aún recuerdo esos ojitos llenos de lágrimas! Ella me comentó textualmente: ¡Ay mi Ana, dentro de mis posibilidades trato de darle lo mejor a mis hijos, a veces ellos reniegan y hasta se molestan conmigo, pero si ellos supieran todo lo que he vivido! ¡Tuve una vida tan dura! Si ellos supieran el hambre que pasé, comía las sobras de lo que me daba mi madrastra, ya que mi madre nos abandonó desde que éramos muy pequeños, y pues luego mi papá se buscó a otra mujer.
Como yo era la arrimada ella me hacía la vida imposible hasta que a los diez años decidí irme de la casa, y empecé a trabajar en la calle, fui abusada sexualmente a mis trece años y eso es algo que aún no he logrado superar, a veces cuando estoy con mi pareja recuerdo muy en carne viva esos episodios.”
Por su parte, la docente Liomar Ramírez destaca que una infancia feliz se traduce en un adulto seguro.
"Los padres son moldeadores de la vida del niño, debemos inculcar valores, dar mucho amor, apoyo y compañía para que al crecer sean adultos seguros de si mismo, con metas claras y sentido de superación".